La Inteligencia Emocional no es lo opuesto a la Inteligencia Lingüística o Lógica, sino que se complementan una a la otra.
¿Por qué algunas personas tienen más desarrollada que otras una habilidad especial que les permite relacionarse bien con los demás, aunque no sean las que más se destacan por su inteligencia?
¿Por qué unos son más capaces que otros de enfrentar contratiempos, o superar obstáculos y ver las dificultades de la vida de manera diferente?
El concepto que da respuesta a éste y otros interrogantes es la Inteligencia Emocional, una destreza que nos permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser eficaces en la vida, a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.
Otras habilidades que caracterizan a la Inteligencia Emocional son: suficiente motivación y persistencia en los proyectos, resistencia a las frustraciones, control de los impulsos, regulación del humor, desarrollo de la empatía y manejo del estrés.
El concepto de Inteligencia Emocional nace con la necesidad de responder a una cuestión que puede parecer simple, pero no lo es: ¿por qué hay personas que se adaptan mejor que otras a las diferentes contingencias de la vida?