El psicólogo estadounidense James Pennebaker, profesor de la Universidad de Texas, lleva años investigando sobre los efectos terapéuticos de la escritura. Los resultados revelan que el ejercicio de escribir puede aportar numerosos beneficios. Nos brinda la oportunidad de poder acceder a nuestro innato potencial creativo, así como a descubrir nuestras emociones y pautas de pensamiento más inconscientes. Con ello se contribuye a reducir el estrés mental, reforzar la autoestima e incluso fortalecer el sistema inmunológico. En definitiva, se pueden conseguir beneficios tanto a nivel psicológico como a nivel físico. “Lápiz y papel, mercromina para las heridas” titulaba acertadamente Alejandra Agudo un artículo publicado en el periódico “El País”.
Y es que según Boris Cyrulnic, neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés, conocido como el padre de la resiliencia, basta con relatar un hecho traumático para que su poder destructivo ceda. Escribir cambia la forma de pensar, exige detenernos sobre la experiencia y reevaluar las circunstancias.
Escribir nos conecta con nuestro “yo” más profundo y se convierte en un sincero ejercicio de autoconocimiento. A través de las palabras concretamos las emociones que hay en nuestro interior. Al escribir aprendemos a explorarnos, pero además resulta un acto terapéutico y un antídoto para la insatisfacción o el sufrimiento. La escritura se convierte entonces en una excusa para vehicular la expresión de nuestros sentimientos y emociones como paso previo para comprenderlas y hacernos psicológicamente más fuertes y, emocionalmente, más inteligentes, toda vez que ayuda a aliviar nuestras tensiones emocionales.
Mediante la escritura podemos estructurar nuestro pensamiento, desahogarnos cuando las emociones nos desbordan, tomar distancia sobre lo que ocurre, descubrir nuestros recursos personales y reflexionar sobre nuestros deseos, relaciones o conductas.
Comenté en ese artículo anterior cómo en ocasiones yo misma utilizo el método de “escritura automática” o “fluir de la conciencia”, entendido como una forma de favorecer que aflore el subconsciente. Se trata de empezar a escribir dejando fluir los pensamientos sin ninguna coerción moral, social ni de ningún tipo. El propósito es vencer esa auto censura que ejercemos sobre nosotros mismos concediéndonos libertad de expresión. Escribir ayuda a que nos sinceremos con nosotros mismos. Escribir, escribir, dejarse ir, alcanzar ese estado en que las cosas fluyen.
"Escribir un diario, es pues, como volar entre nuestros pensamientos y sensaciones. No siempre se escribirá lo más importante o lo más adecuado, pero eso es lo bueno, que no hay que escribir lo que quieren o como quieran los demás. Hay plena libertad. Escribir un diario es escribirse uno mismo". — David Redín
“En el diario no sólo me expreso a mí misma más abiertamente de lo que lo haría ante cualquier persona; me creo a mí misma”. — Susan Sontag
Una larga convalecencia de mi enfermedad y las palabras que relataban la monótona cotidianidad fueron transformándose en pensamientos, cifrados con emociones sentidas, que me curaron por dentro. Porque emprender el camino del relato hacia afuera es comenzar a entenderse, es curar heridas. Lo que empezó siendo un diario de la desesperanza acabó por ser todo lo contrario.
Cuando escribimos, principalmente activamos un “plan personal de autoconocimiento”. Esos relatos escritos son un manual de mi yo, porque en los momentos más oscuros pude hablarme a mí misma con sinceridad. En cualquier momento puedo volver a releer toda mi experiencia, está allí para recordarme quien soy.
"La sinceridad del momento es la esencia de un diario“. — Andy Warhol
Eso sí, requiere perseverancia en su práctica. Hay que entrenar. Ver deporte no es hacer deporte.
He aquí algunos consejos:
- Busca un buen momento y lugar.
- Escribe de forma continua durante al menos 20 minutos.
- Recuerda que lo que escribas es solo para ti. La ortografía o la gramática no deben limitarte.
- Escribe sobre aquello que es personal e importante para ti, este es el momento para ello. No te quedes en la superficie, sé sincero.
- Si la escritura la realizas a mano, además de conectar tu pensamiento con las palabras conectas tus destrezas psicomotrices, es decir, activas más regiones de tu cerebro en esa experiencia gestual y cognitiva.
- Si eres aficionado a la lectura anota en tu diario esas frases o mensajes que llaman tu atención y más tarde te inspirarán.
- No esperes a que se produzcan acontecimientos extraordinarios. Los acontecimientos cotidianos tienen valor, sobre todo con el paso del tiempo. Los sentimientos o hechos que hayan tenido lugar durante el día, en el pasado o incluso los proyectos o ilusiones futuras son buen tema en tu diario.
No cabe duda de que el día a día, con sus conflictos cotidianos, retos, cambios vitales, acontecimientos inesperados o procesos de duelo nos pone a prueba.
Aquí es donde mi herramienta “Mover los Sentimientos” puede resultar de gran ayuda para conectar con nuestras emociones y abrir nuevas perspectivas a nuestro diálogo interior facilitando la conexión entre palabras y sentimientos. No vemos el mismo campo si estamos dentro, que si lo miramos desde la perspectiva de la distancia.
Mi conclusión:
“El diario o cómo mejorar tu bienestar con 1 sólo ejercicio durante 10 minutos al día”.
Si tienes interés en el género del diario podrás acompañarme en un día de mi vida en en el siguiente {enlace}. texto escrito por mí y extraído del libro “27 de septiembre: un día en la vida de las mujeres” editado por Alfama.
Algunos autores que puedes consultar sobre el tema de la escritura terapéutica: Adam Grant, Laura A King, James Pennebaker, Elizabeth Broadbent, Nancy P. Morgan, Alice Flaherty.
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