Mover los Sentimientos

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Enfrentarse a uno mismo, afrontar retos y asumir riesgos es connatural a nuestra propia naturaleza pero, como las dificultades nos lastran, desearíamos hacerlas desaparecer por arte de magia. Sin embargo esa magia no existe.


Continuando con nuestra serie de artículos sobre “Las 12 características de una persona emocionalmente inteligente” decíamos que ésta está motivada, ilusionada y tiene interés por todo aquello que hace: todo lo contrario a la apatía, a la indiferencia, al tedio y a la desidia.

La motivación es la actitud o disposición positiva para emprender los planes o metas que hemos previsto. Esencialmente es la habilidad para dirigirnos hacia nuestro sueño con perseverancia. Para llevar a cabo cualquier acción que comporte un beneficio de futuro es evidente que necesitaremos un plan de voluntad y esfuerzo: automotivación.

La automotivación necesita de la visión de la estrategia a seguir. Además, es necesario blindarnos en el empeño de perseguir el fin, pero también participan la intuición y el análisis para visualizar las dificultades a superar.

Las capacidades naturales propias de nuestra idiosincrasia personal deben ser un aliado en la consecución del fin. Tenemos que atender nuestras  capacidades para conducirnos hacia las metas previstas con la fortaleza de nuestra naturaleza interior. Cuando resolvemos problemas intuitivamente con éxito tenemos que aprovechar esa experiencia para hacer conscientes nuestras habilidades en pro de optimizar nuestro plan y facilitar el proceso del proyecto previsto. Igualmente debemos describir y tener en cuenta las características adversas a nuestras capacidades naturales y las circunstancias concretas que envuelven el objetivo.

Todos somos capaces de celebrar las oportunidades que se nos presentaron en el camino hacia una meta pasada y cómo fuimos capaces de utilizar inteligentemente aquella oportunidad que se nos brindó. Sin embargo, en demasiadas ocasiones creemos, equivocadamente, que aquellos aciertos pasados fueron fortuitos y ajenos a nuestra voluntad, fruto acaso de la casualidad. Nada más alejado de la realidad. En esa ocasión, si se dieron, fue por nuestro posicionamiento activo en pro de la consecución de esa meta. Tuvimos la visión interior y la motivación suficiente para perseguir la supuesta “oportunidad”.

La automotivación es la herramienta más poderosa para salir lo más airosos posible de una situación poco favorable o de carencia de oportunidad, para tornarla y evolucionarla hacia la “oportunidad” deseada.

Cuando la motivación se diluye debemos tener paciencia y reencontrar un nuevo sentido para enfocar la fortaleza y la visión que creemos nos abandona. Si tuviéramos que poner elementos en un proyecto personal, la motivación sería la luz intensa que tiene que iluminarlo, sin ella el esfuerzo para  conseguirlo es impropio y sin sentido, y la elaboración en la oscuridad poco atrayente.

En las personas motivadas siempre hay un algo que les permite obtener satisfacción donde otros no la encuentran, que les permite distribuir esa satisfacción del final porque el placer está en el esfuerzo latente. Los pequeños logros del camino deben ser parte de la recompensa, así es oportuno que nos impliquemos en desbrozar el camino cuando se nos antoja que se desvirtúa por un esfuerzo desmedido y poco contumaz. Saber apreciar esas pequeñas recompensas intermedias es una buena forma de entrenar nuestra automotivación reforzando nuestra persistencia para alcanzar el fin que anhelamos.

No queremos obviar que cualquier reto, por simple que sea, necesita un trámite, una acción en sí misma, un querer hacerlo: una motivación. Pero esos retos deben estar bien definidos, ser realistas y alcanzables. Alcanzar un fin implica desde un principio plantear la meta y describir los objetivos. Si este fin no está clarificado y definido no podemos vislumbrar las ventajas que se nos presentan y los inconvenientes a superar. Tenemos que saber qué es lo que buscamos y qué es lo que queremos encontrar. Hay una parte intangible en la motivación personal, cada persona tiene unas necesidades diferentes, unos impulsos distintos y unos deseos propios, por eso es importante establecer unos anclajes razonablemente realistas en los proyectos. Pero en ese juego de equilibrios resulta igualmente importante, para mantener la propia motivación, el forzarnos a alcanzar nuestro máximo potencial en la persecución de nuestras metas.

Por otro lado, entendamos que las dificultades son parte computable de cualquier sueño a perseguir. Para superar los obstáculos nuestras debilidades se  enfrentan a nuestras fortalezas, y estas últimas no siempre son las ganadoras, no siempre podemos comportarnos como “supermanes”. Debemos perdonar nuestras flaquezas y permitirnos sucesivas oportunidades, eso sí, con capacidad de análisis y adaptabilidad a las nuevas circunstancias. No podemos dejar pasar la oportunidad de progresar que nos da el error. Las  equivocaciones son una fuente importante de introspección hacia la fortaleza de la automotivación.

El menoscabo y la arrogancia se dan la mano, son expresiones bloqueantes que no nos dejan ver con claridad las secuencias del logro y el fracaso. No está de más la humildad de reconocerlo. Dejarnos aconsejar para volver a encontrar el trazado de nuestro reto es una alternativa. No podemos dejar que la secuela del error sacrifique nuestros proyectos. Y esto también forma parte de nuestro aprendizaje y entrenamiento emocional.

En cualquier caso toda decisión tomada ha de ser desde nuestra voluntad y con sinceridad hacia nosotros mismos. Progresar en nuestro beneficio es el mínimo talento que debemos abordar y entrenar. Cuando tenemos la sensación de ser auténticos, de comportarnos acorde a nuestra visión y valores, nos sentimos más conformados y alejamos el estrés.

Tenemos que prevalecer en la perseverancia en nosotros mismos, es decir, cada uno de nosotros es su proyecto de vida, su sueño. Revisar en cada instante qué nos hace felices y qué es lo que nos anima a permanecer o salir de nuestra situación actual es necesario. Conectarnos a nuestro entorno y activarnos en nuestra esencia íntima nos alienta.  Aceptarnos desanimados y contrariados es parte de la tarea para seguir andando en pro de nuestra meta. 

En ocasiones, nuestro viaje necesitará compañeros, por ello implicar en nuestros proyectos a los demás y aceptar su ayuda es un buen consejo.  Motivar a los demás en nuestro plan activa nuestra brújula interior y optimiza los recursos de nuestro entorno.

Nuestro entorno está lleno de contrastes que no siempre nos parecen adecuados, por ello la motivación se tiene que asentar en un camino amplio y versátil. La inteligencia emocional de cada individuo debe prevalecer desde la raíz de ese entorno y es ahí donde debe entrenarse con voluntad. El trabajo con nuestra herramienta “Mover los Sentimientos” propone revisar aspectos propios de la cualidad de las decisiones y de la motivación interior.

Enfrentarse a uno mismo, afrontar retos y asumir riesgos es connatural a nuestra propia naturaleza pero, como las dificultades nos lastran, desearíamos hacerlas desaparecer por arte de magia. Sin embargo esa magia no existe. Además, debemos saber que nuestro destino es nuestro. El miedo o temor ante las dificultades e incertidumbres es limitador, pero también nos ayuda, si lo  mantenemos controlado, a vislumbrar ciertos peligros.

“Mover los Sentimientos” es una herramienta diseñada para canalizar  nuestra experiencia de sentimientos encontrados: el temor superado, la cosecha recogida, el esfuerzo recompensado, el placer de confiar, los errores reconocidos, las amenazas eliminadas, la incógnita resuelta. Finalmente, la confianza perdida puede buscarse y encontrarse en nosotros mismos.

Mantenerse  en un estado de continua búsqueda interior y persistencia tenaz resulta satisfactorio.


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Carmen Sanjuán Pertusa

Diseñadora y Artista Plástica, Licenciada en Bellas Artes especialidad de Escultura por la Universidad de Valencia y especialidad de Diseño por la Universidad de Barcelona. Posgrado en Educación Emocional y Bienestar por la Universidad de Barcelona.

He ejercido como profesora de Secundaria y he sido colaboradora del Museo de la Ciencia de Barcelona. Actualmente realizo Talleres sobre Educación Emocional, Creatividad y Innovación para empresas y instituciones públicas.

Habitualmente escribo poesía y he participado en el libro coral "27 de septiembre: Un día en la vida de las mujeres" editado por Editorial Alfama.

Todas las ilustraciones que aparecen en la web, así como las de los juegos, son mías.

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