La autoestima es el motor de los pensamientos que a unos nos abre caminos de actuación, de estímulo en nuestros retos y a otros nos impide dirigir con armonía nuestra valía y nos arrastra al desánimo y la derrota.
Todos tenemos flaquezas en los diferentes terrenos: personal, familiar, social, laboral..., pero si nuestra autoestima está a nuestro servicio, veremos las imperfecciones y correcciones a aplicar como camino necesario para nuestra realización personal, no como error o derrota infranqueable.
Nuestras experiencias a lo largo de la vida, lo que nos ha pasado, las relaciones que hemos mantenido, las sensaciones que hemos experimentado, todo influye en nuestro carácter y, por tanto, en la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es necesario ayudar a crear este ambiente en que colaboramos al bienestar propio y al de otras personas.
Un adecuado nivel de autoestima alberga sentimientos positivos hacia ti mismo y asegura tu capacidad para afrontar los desafíos laborales, aprendizajes y nuevos estilos de vida. Además, su desarrollo, influirá en todos los ámbitos de la vida, desde las relaciones sociales, hasta la vida sentimental.
En el gran saco de la conciencia emocional la autoestima es la reina de nuestras relaciones sociales, de nuestro encuentro con los aprendizajes.
“Nuestras respuestas ante los acontecimientos dependen de quién y qué pensamos que somos. Los dramas de nuestra vida son los reflejos de la visión íntima que poseemos de nosotros mismos. Por tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso. También es la clave para comprendernos y comprender a los demás. De todos los juicios a que nos sometemos, ninguno es tan importante como el nuestro propio”. Nathaniel Branden
La autoestima, el cariño que nos tenemos, abarca todos los aspectos de la vida y todos ellos necesitan el motor de sabernos seguros, confiados, queridos. En el juego de las relaciones personales, el orgullo es la emoción que nos abre a la plenitud de la experiencia personal. Estar orgullosos de nosotros mismos nos conforta la dignidad de sabernos útiles y respetados.
Porque estamos hablando de inteligencia emocional y ya es sabido que necesitamos un reconocimiento personal propio, autoestima, para persistir en nuestros retos. Podemos intuir que de esta inteligencia emocional cuelga nuestra autoconfianza y que ésta accionará nuestro comportamiento en la dirección correcta.
La expresión responsable de los sentimientos es una herramienta necesaria en cualquier ámbito. La autoestima es la música que mueve los hilos de las relaciones hacia la construcción de una comunidad en equilibrio y las partes implicadas pueden convivir con sus personalidades en un fluir respetuoso.
Recapitulemos: si crees que diriges tus acciones, tus decisiones cotidianas y tienes la sensación de bienestar y generosidad, tu autoestima está en zona verde. Porque tus relaciones son de igual a igual con la gente que te rodea, porque actúas cuando están alineados tus valores, tu conciencia y la responsabilidad que te precede como persona.
Sí, la confianza propia tiene un compromiso con la responsabilidad de nuestros actos: “confío en mí porque soy responsable de aquello que desencadene”.
Reforzar la autoestima significa aumentar el valor personal ante uno mismo, esto repercutirá en las relaciones sociales y estas retroalimentarán nuestro “yo mismo”. El halago aprueba nuestro ser más íntimo, bien, esto es un hecho irrevocable, el refuerzo externo es un gran nutriente interpersonal. No obstante, cuando una persona busca la aprobación externa, entra en su propia trampa y en un ciclo sin fin. El problema es este, cuando necesitas y confundes el verdadero valor personal con la complacencia externa, con el cumplido. Cuando pierdes el tiempo y la paz mental buscando la felicidad en que el otro te regale un aplauso.
La inseguridad sobre uno mismo hace tambalear capacidades del propio currículum personal y el miedo a la equivocación en las decisiones parece no tener fin. No puede ser habitual que necesites una continua aprobación de los demás.
La frustración es un miedo intenso que hunde a la persona en el fracaso. La autoestima ayuda a combatir el pensamiento negativo y absoluto en una realidad relativa de luces y sombras, es decir, compartimentar la realidad y permitir el análisis calmado y constructivo. Un hecho aislado no es el todo, las dificultades son anécdotas y aprendizajes, son parte de cualquier proceso.
Un sentimiento de menosprecio y timidez a la hora de relacionarte con otras personas te precipita al complejo de inferioridad que sitúa en una zona roja a tu autoestima. Esta zona se caracteriza por explosiones de ira en el entorno social, salidas de tono, malos modos o formas inapropiadas de defensa de lo que interpretamos como ataques a nuestra dignidad, a la valía o a la competencia personal. También la inmovilidad o conformismo llevan a desequilibrios en la autoestima.
Esperar el beneplácito del entorno es estresante y esto nos lleva a situaciones de lucha interior. Este estrés es debido al sentimiento de inseguridad personal y para muchos autores la seguridad es un sentimiento de supervivencia extremo.
Entramos, pues, en el terreno de la seguridad y la confianza en uno mismo, minado por las influencias del exterior. En esa valoración que hacemos de nosotros mismos no está equilibrada nuestra mirada y lo que nosotros pensamos que los demás ven. En este punto, nuestra autoestima se mueve por la opinión de nuestro entorno social. Tanto si la opinión de nuestro entorno es buena o mala, la influencia no puede fijarse, ni invalidarnos.
El cambio de nuestras creencias erróneas sobre nosotros mismos es el gran comienzo para mejorar esta autoestima. Eso sí, la disposición personal, querer mejorar, necesita afianzar procesos de aprendizaje, pero esa voluntad de esfuerzo y dedicación pueden transformarnos, porque las competencias personales no son fijas, evolucionan con entrenamiento.
Veamos qué preguntas te ayudan a esa autoobservación que detecte los límites de tu autoconfianza: ¿qué sé de mí mismo?, ¿cómo lo expreso?, ¿a quién?, ¿cuál es la necesidad de ello?, en resumen ¿quién expreso que soy? desarrollada en variables como:
Autoconcepto: son los elementos que utilizas para describirte.
Auto respeto: es el cuidado de tu persona y las actitudes hacia ti mismo.
Autoaceptación: es reconocer y aceptar tus potencialidades y limitaciones.
Autoeficacia: es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.
Auto dignidad: es saberse merecedor de bienes materiales e inmateriales.
Auto responsabilidad: es la capacidad para reconocerse como causa de algo o autor de ello.
Todo ello configura la autonomía de tu conciencia emocional.
Ahora, te propongo algunos ejercicios con “Mover los Sentimientos” para ejercitar y observar tu autoestima.
Plan A
1. Escribe 3 frases que contengan “Estoy orgulloso de…”
2. Escoge una carta al azar.
3. Lee las pistas del dossier de trabajo de la carta escogida.
4. Vuelve a escribir las mismas frases del paso 1, y en cada frase vuelve a escribir 3 frases especificando de manera diferente lo mismo a partir de las sugerencias de la lectura de la carta.
Plan B
1. Piensa en 1 aspecto que menos te gusta de ti escríbelo.
2. “Mi gran dificultad es…”
3. Escoge una carta al azar.
4. Lee las pistas del dossier de trabajo de la carta escogida.
5. Vuelve a escribir las mismas frases del paso 1, y en cada frase vuelve a escribir 3 frases especificando de manera diferente lo mismo a partir de las sugerencias de la lectura de la carta. y en vez de tratarlo como carencias o defectos inamovibles que tienes que esconder míralos y escríbelos de manera diferente como áreas potenciales de mejora.
Plan C
1. Escribe 3 frases que contengan “Creo en ti…”.
2. Escoge una carta al azar.
3. Lee las pistas del dossier de trabajo de la carta escogida.
4. Vuelve a escribir las mismas frases del paso 1, y en cada frase vuelve a escribir 3 frases especificando de manera diferente lo mismo a partir de las sugerencias de la lectura de la carta. El secreto es dedicar más tiempo y energía a liderar nuestro diálogo interno. Hemos de vigilar lo que nos decimos y cómo nos tratamos, así como lo que les decimos a los demás y cómo los tratamos.
Plan D
1. Ahora baraja las cartas de “Mover los Sentimientos” y extrae una al azar. Anota la carta que te ha salido (planta y acción).
2. Localiza esa carta en el dossier de “Pistas y Simbologías”. Lee las distintas frases y, finalmente, escoge una; la que más te resuene o creas que más tiene que ver con tu situación. Anótala en tu libreta bajo el nombre de la planta y la acción.
3. Ahora quiero que reflexiones sobre qué tiene que ver esa frase que has escogido ¿Aporta algún punto de vista que no hubieras contemplado con anterioridad? Puedes intentar ponerlo en práctica.
Durante los próximos 7 días intentarás poner en práctica una estrategia que incluya la “sugerencia” que te ha propuesto “Mover los Sentimientos”. Cada día, repasarás la estrategia que estás llevando a cabo y anotarás en tu libreta cualquier pequeño detalle al respecto (si crees que has hecho algún avance, si crees que todavía no ha producido resultados, si no has sido capaz de aplicarla, …) 10 minutos cada 24 horas durante los próximos 7 días.
“Mover los Sentimientos” es una herramienta diseñada para canalizar nuestra experiencia de sentimientos encontrados: identifica cuándo te sientes inseguro, y la confianza perdida que no es fácil de identificar comenzará a mostrarse. Si pones el foco en observarte, en formular la pregunta sobre tu pensamiento, la respuesta aparecerá.
Mantenerse en un estado de continua búsqueda interior y persistencia tenaz resulta satisfactorio.
Si tienes alguna duda o consulta respecto a la utilización de la herramienta “Mover los Sentimientos” no dudes en hacérmela llegar. De igual forma, si quieres que aborde un tema concreto en los próximos artículos, estaré encantada de recibir tus sugerencias.
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Bibliografía:
Branden, Nathaniel, El Poder de la autoestima: cómo potenciar este importante recurso psicológico. Barcelona [etc.]: Paidós, 2011