Pero la envidia no es desear lo que tienen los demás, cosa bastante natural, sobre todo cuando uno tiene poco. Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el otro, el envidiado, no tenga lo que tiene, de que no sea verdad que lo tenga, de que no sea cierto su éxito o no sea tanta como parece su riqueza material. La verdadera envidia se centra imaginativamente en el otro, en el envidiado, más que en uno mismo.
La envidia se lleva solo por dentro, en la intimidad subjetiva, pues su manifestación podría parecer y sentirse como una declaración de inferioridad.
La envidia benigna, la que solemos considerar sana, al igual que la admiración, puede motivar a mejorar uno mismo, pero la envidia maligna se relaciona con la deshonestidad y con la conducta inmoral, y a lo que tiende siempre es a derrotar y a hacer caer al envidiado. Es una inagotable y permanente fuente de hostilidad hacia el envidiado. Cuando envidiamos tratamos de convencernos a nosotros mismos de que no es tanto lo que tiene el envidiado, es decir, tratamos de infravalorar sus logros o su éxito.
Ahora lee aquí debajo las Pistas y Simbología de la carta que ha salido y la sugerencia de acción. Tú te quedarás con alguna frase que te resuene más que las demás, por el motivo que sea, esa será la dirección hacia la que dirigir la introspección. Encuentra conexiones, relaciones, revisa este encuentro de tu sentimiento con la frase que te ha resonado. Observa con atención tus sentimientos en relación a la acción que la carta te sugiere
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